Correr hacia la dirección opuesta con la vana finalidad de derrocar la monotonía.

Es tan aburrida la perfección y tan contaminado el vestigio de la magnificencia; pero tan intrincada la transparencia de la realidad.
El curso de las cosas cotidianas fluyen para darle espacio al caudal de la rutina, que nos increpa desde temprano, para terminar de convencernos del vacío existente de la misma.
En los días, en los meses, en los años, percibir que sólo son impulsos locos de romper con el esquema.
Intentando darle lucha diaria a la regularidad, enemistados de lo mediocre. El resquicio de algún sentimiento nuevo, la señal sorpresiva de lo inesperado… eso es! Si algo hemos de requerir o anhelar lo escribo determinante, tan cierto como el pulso que se puede oír.
Darle sepultura al sistemático sistema, en germen mantener aquel sentimiento que se alimenta de la condición atípica, fuera de lo ordinario.

Todos necesitamos del factor sorpresa.

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