Marilú, no te enamores.

“Mucho ya intenté por levantar la voz, por despertar el interés vacío que te haga mío”







Bien, con la mano en el corazón delator, puedo decirles que no sé que sentir con respecto a la frase escrita anteriormente, me gusta, a la vez me horroriza, saber simplemente que es de un tema de RBD les deja muy en claro por qué lo digo.


Hoy que estuve recostada pensando, filosofando, platicando un rato con mi consciente -el inconsciente es una total incógnita que a través de mensajes confusos me recuerda, únicamente, que existe- prosigo, y llegue a una conclusión, muy boluda capaz, pero bueno, mi intelecto desagotó en esto que lo resumo en una frase muy trucha: “El tiempo perdido en cosas nimias es la equivalencia de la capacidad para cosas importantes”. Dicho de otra forma, no perdamos el tiempo en pelotudeces tan atroces, deberíamos aplicar la regla del 20/80 y al que ya le salió, genial, debería ser mi tutor.


Aparte, les digo algo, estoy apuntando en esto particularmente, fíjense, mucha gente intenta cambiar para agradarle a alguien en cuestión, ya sea superfluo o un cambio de connotación más trascendente, realmente me pregunto ¿Valdrá la pena esa restauración de la personalidad?, ¿Queremos que nos quieran por ser algo que no somos? Y esta me da vueltas y vueltas, ¿Por qué cosa en el mundo pensar en alguien o en algo que no nos puede brindar siquiera una fracción de su tiempo?. Muchachos, que ganas de complicarnos, yo desistí de tener la imágen perfecta de las relaciones binarias o colectivas; y más aún de despertar el interés de quienes ya no sé si me interesa interesarles. Lo paradójico es que estoy escribiendo sobre ello.


A lo que voy, no sufran por nada que sea de origen estúpido, o por algún estúpido a su defecto, y aprovechemos la línea temporal que nos contempla hasta cierto punto, en cualquier momento voy a ser grande, mejor salgo a divertirme!
Correr hacia la dirección opuesta con la vana finalidad de derrocar la monotonía.

Es tan aburrida la perfección y tan contaminado el vestigio de la magnificencia; pero tan intrincada la transparencia de la realidad.
El curso de las cosas cotidianas fluyen para darle espacio al caudal de la rutina, que nos increpa desde temprano, para terminar de convencernos del vacío existente de la misma.
En los días, en los meses, en los años, percibir que sólo son impulsos locos de romper con el esquema.
Intentando darle lucha diaria a la regularidad, enemistados de lo mediocre. El resquicio de algún sentimiento nuevo, la señal sorpresiva de lo inesperado… eso es! Si algo hemos de requerir o anhelar lo escribo determinante, tan cierto como el pulso que se puede oír.
Darle sepultura al sistemático sistema, en germen mantener aquel sentimiento que se alimenta de la condición atípica, fuera de lo ordinario.

Todos necesitamos del factor sorpresa.